martes, 27 de abril de 2010

extremos 2/3

La soledad, la indiferencia...hasta hace poco yo creía que estos eran los sentimientos que más dolor causaban...hasta hace poco.
Llevo un tiempo con las emociones a flor de piel, con unas ganas locas de destrozar cosas, de hacer daño, de pegar, de darle alas a este sinsentido que pelea en mi interior, de gritar de rabia, dolor, frustración. De llorar de decepción.
Y me aparto del mundo para ocultar esta cara mía, para no manchar con mi oscuridad la luz de los que quiero y así, sin querer, les incluyo en mi círculo de preguntas sin respuesta, de sonrisas falsas, de gritos silenciosos. Les impido acercarse para aliviar mi carga por temor a hacerles daño consciente del dolor que les causo.
El pez que se muerde la cola...
¿De dónde se supone que debo sacara fuerzas esta vez? Lo único que me apetece es quedarme quieta en un rincón e ir acumulando polvo mientras las horas pasan y el mundo sigue girando, ignorante a mi dolor. El tiempo...ojalá que pase pronto esta vez.
Odio esta sensación; hace que mi seguridad se tambalee, que mi otra yo tome las riendas y me reduzca a un desecho del pasado, hace que no tenga el control de mi mente, de mí.
Hace que quiera dejar de sentir otra vez. Hace que quiera hacerles daño.
Este sentimiento...me asusta.
¿No os dais cuenta? Sois una de mis pocas debilidades y por eso, podéis hacerme daño; sabéis que no os diré nada, que me tragaré toda esta rabia y que ocultaré el dolor tras una dulce sonrisa. ¿Es que no podríais, por un instante, pensar en mí?
Esta es la última vez.
Vosotros, a los que he intentado con todas mis fuerzas mantener a mi lado, a pesar de ser consciente de que sabéis mi más oscuro secreto, a pesar del rencor que os guardo.
Ha llegado el momento en el que, para protegerme, os mantendré a distancia; por más lágrimas que esto me haga derramar, por más dolor que me cause. Os convertiréis en "alguien más". Aunque esto me rompa del todo, no dejaré que hagáis ni una grieta más a mi armadura. He llegado al punto en que ya no puedo evitar que la venda que me impide ver se caiga; os quitaré la alfombra de debajo de los pies y os bajaré del pedestal en el que os he mantenido por muy hundida que me dejarais a veces tan rápido que ni siquiera comprenderéis porqué os habéis caído.
Ya no me conmueven las lágrimas de mis amigos, ya no tengo ilusión por el mañana, ya no sueño con el amor, ya no queda nada que pueda hacerme daño. Habéis logrado que la indiferencia reine en mí.
Por cada herida yo me alejaré un paso, por cada desprecio guardaré un minuto de silencio; y así, desde esta enmudecida distancia, seguiréis siendo siempre, las personas a las que yo más quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario