sábado, 20 de noviembre de 2010

Te quiero...

A veces me preguntas porqué te quiero, como si necesitaras aferrarte a algo para creer que es cierto y a veces me preguntas cuanto te quiero, como si te diera miedo que no sea suficiente.

Te quiero...por como me abrazas como si no quisieras soltarme, por como sonríes cuando te digo algo "bonito", por lo niño que eres a veces con tus bailes y tus bromas y por lo adulto que resultas ser cuando la ocasión lo requiere.

Te quiero...por los detalles que tienes conmigo, porque a tu manera me mimas más de lo que lo ha hecho nadie, porque me haces sentir preciosa aunque no lo sea, porque despiertas en mí una ternura que no creía poseer.

Te quiero...por la forma en que caminas, como si el mundo fuera tuyo, por la mezcla de delicadeza y seguridad con la que coges la cámara y la concentración con la que miras por ella, porque eres tan fuerte que no dejarás que me hunda en mí misma.

Te quiero...porque si estás mal lo odio y si estás bien soy feliz, porque quisiera meterme debajo de tu piel y formar parte de cada poro de ella, porque prefiero llorar contigo a reír con nadie más.

Te quiero...porque cuando me besas se me olvidan las palabras, porque cuando me acaricias es como si me empujaras al olvido y tan sólo existieras tú, por la forma en que sonríes cuando algo me da vergüenza, por cómo me buscas cuando no me ves.

Te quiero...porque ni quiero ni puedo no quererte.

¿Cuanto te quiero?
Eso ya es más difícil. No sé medir este sentimiento.
Es tan grande lo que me haces sentir que no puedo comprimir-lo en palabras.
Es imposible reducir la inmensidad a una mera explicación.

Sólo sé que la gente normalmente tiene dos opciones en una relación: estar juntos o no; yo solo tengo la de estar contigo. No hay otra opción.
Quiero estar contigo siempre, cuando y como sea, sin importar si estamos bien o mal, ya sea en la cima del éxito o en nuestro momento más bajo.
Quiero que me necesites tanto que no sepas qué hacer sin mí, que tus momentos sean vacíos si no los compartes conmigo, por muy egoísta que eso sea.

Te quiero, todo lo demás carece de importancia frente a eso.

sábado, 6 de noviembre de 2010

(...)1

A veces...cuando una pregunta se queda atascada y se niega a salir, estallando en un silencio que sólo yo oigo, asfixiándome lentamente en un mar de dudas e inseguridades, entonces olvido de nuevo quién soy y el recuerdo de un muro se alza.
Es entonces cuando mi otra yo abre los ojos y se relame mientras desmorona con un suspiro los cimientos de una vida reconstruida sobre las ruinas del ayer.
En este oscuro rincón, donde la nada lo es todo, ella es quien reina.
Se adueña de toda debilidad que escondo; cada silencio, todos los miedos, evasivas y actos reprimidos. Cada lágrima que no derramo la conserva para ella y la atesora en su agonía.
Que poco le cuesta a ella enmudecer-me sin ni siquiera separar los labios, doblegarme en la distancia tan sólo con su presencia, condicionar mis actos desde el vacío de su mirada; conducir mis pasos por caminos que no quiso andar.
¡Cuanto la amo a esta yo que en nada se me parece! ¡Y cuanto la odio a esta yo sin la cual ni yo habría!
Siempre la ignoro y sin embargo nunca la olvido. Ella, esa extraña que conozco más que a nadie, la cual desprecio desde la ternura y que compadezco desde la ira, es más yo que yo de ella.

miércoles, 6 de octubre de 2010

¿a quién le toca ahora?

La muerte; ese gran echo del que nadie quiere hablar, ni enfrentarse, al que todos temen, el que todos intentan esquivar...
Tengo la gran suerte de que en mi familia nunca ha sido tema tabú, siempre hemos hablado de ello con naturalidad, incluso "atentamos" a nuestros muertos y quizás por eso es algo a lo que no le tengo miedo; o quizás es que creo que aún falta tanto para que llegue mi hora que ni siquiera me lo he planteado en serio.
Pero hay personas cuya fecha de caducidad ven venir a pasos tan agigantados, como mi abuela o sus amigas, que se lo toman como si fuera una competición, que te hacen parar y observar qué reacción les provoca.
Un día las acompañé a pasear y su conversación me dejó helada.
Cuando las oí hablar con tanta naturalidad, casi con curiosidad, sentí un escalofrío recorrer mi espalda.
No preguntaban por lo que era de Tal o de Pasqual, sólo si ya se habían muerto, una vez contestada esa pregunta la conversación dependía de la respuesta; si estaba muerto se hablaba del cómo, si estaba vivo del qué hacía, y así hasta repasar toda la lista de amigos comunes.
Las caras de sorpresa cuando alguien resultaba estar vivo no hacían más que producirme tristeza.
¿Esto es lo que hace la gente cuando envejece? ¿Se limitan a esperar a que les toque la tanda mientras hacen recuento de los caídos?
¿En qué momento paramos de vivir y nos limitamos a esperar?
¿Cuál es el instante en el que alguien decide que la próxima etapa que le toca es la muerte?
Rememoran cada suceso de su vida como si ésta ya hubiera terminado. No hacen planes para el futuro porque están convencidos de que es algo que no está a su alcance.
Es tan...definitivo.
La resignación es su plato de cada día.
Quizá esa es la razón por la que me gusta pasar el tiempo con ellos y absorber todo lo que pueda, porque puede ser que al instante siguiente ya no estén.
Me fascina como son, su personalidad ya desarrollada por toda una existencia de acontecimientos.
"Me he ganado el derecho a hacer lo que me dé la gana, cuando me dé la gana y como me dé la gana.
La gente sólo puede hacer dos cosas: pensar que soy la típica cascarrabias y tolerarme, o hacerles gracia y aguantarme.
De cualquier manera me saldré con la mía, me lo he ganado." Así es como piensa ella.
Y a pesar de todo encuentran cualquier excusa para reírse. Me fascinan.
Yo hay veces en las que siento que los recuerdos me abruman, o me bloquean y eso que sólo tengo 24 años...¿cómo será tener una vida entera de ellos?
Su mirada se vuelve nostálgica al recordar etapas pasadas, incluso los malos momentos son algo que atesorar. "Que tiempos aquellos" parece ser el mantra de su razón de ser.
Cuentan historias, anécdotas, situaciones, pensamientos, como si no pudieran aceptar el echo de que estos desaparecieran con su ausencia, y con cada relato sienten que algo de ellos permanecerá para siempre aquí, inalterable.
Es trágico pensar que tarde o temprano no habrá nadie que les recuerde, su existencia será como una huella en la arena, tarde o temprano la marea la borrará y nadie sabrá quién ando por la orilla.

lunes, 4 de octubre de 2010

Difícil...pero no imposible.

Todo ser humano es capaz de sentir emociones tan intensas que pueden llegar a empujar a una persona a actuar de un modo totalmente distinto a su proceder diario.
Alegría, tristeza, ira, arrepentimiento, envidia...si es lo suficientemente fuerte, cualquiera sirve.
A veces, impulsados por un sentimiento que ciega momentáneamente nuestra lógica y razón, tomamos decisiones erróneas que nos suelen llevar, sino a conflictos tanto interiores como exteriores, si a situaciones embarazosas, en la mayoría de los casos causando daño a alguien.
He ahí cuando nuestra conciencia sale a flote y nos invade una dosis de cordura y arrepentimiento.
Y es que el comportamiento humano puede llegar a ser tan contradictorio!
Es curioso como se transforma la personalidad de un individuo si las condiciones lo propician; por ejemplo, una persona puede parecer fuerte, lógica y segura frente a los demás, incluso serlo, pero cuando no mira nadie convertirse en alguien débil, dubitativo e indeciso. O puede ser alegre, positivo y superficial y esconder una profunda melancolía y una tendencia a la reflexión innata.
También puede ser que la gente cambie pero que siga representando a su "yo"anterior, sea cual sea la razón.
El miedo al rechazo, el egocentrismo, la inseguridad o la simple ignorancia pueden ser la causa de que mucha gente se comporte de un modo hipócrita.
Pero ¿es que hay alguien que no finja nunca?
Ya sea por el miedo al que dirán, a ser dejado de lado o simplemente, por ignorar como cambiar, muchas personas se pasan la vida interpretando un personaje; una parodia de lo que quieren o creen que deberían ser.
Y digo yo, ¿no deberíamos dejar de perder el tiempo intentando ser alguien que no somos en lugar de ser solo nosotros? ¿No es bastante complicado ya conocerse uno mismo en lugar de jugar a ser bipolar?
Yo me paso la vida sonriendo e intentando parecer despreocupada cuando en realidad soy una persona bastante insegura. Dicha inseguridad me lleva casi siempre a no confiar en nadie, ni siquiera en las personas que son dignas de dicha confianza, aquellas que se preocupan y se alegran por mí.
Este gran defecto ha causado que en muchas ocasiones haya hecho daño a la gente que quiero, dándoles a entender que no son importantes en mi vida cuando en realidad me desmoronaría sin ellos.
Pero ¿como intentar mitigar el daño causado cuando una simple disculpa parece un acto vacío? ¿Cómo explicar el propio comportamiento cuando ni uno mismo lo entiende?
Cambiar la conducta de toda una vida es difícil, pero no imposible. Se pueden ir corrigiendo las cosas poco a poco, desde la base, ir viendo que camino toman y actuar en consecuencia.
Esa, creo yo, es la única manera de ser realmente quienes somos, en lugar de vivir una vida que ni siquiera nos pertenece.

"Nunca tomes una decisión estando enfadado, ni vayas a hacer la compra con hambre".

martes, 31 de agosto de 2010

(...)

Dicen, cuentan, recuerdan, aventuran, sospechan, imaginan que hace años hubo alguien en quien el destino se ensañó.
Dicen que era alguien dulce, con picardía pero sin maldad alguna, que siempre sonreía, con una energía que era admirada por todos y una tenacidad asombrosa.
Cuentan que se reía de nada, que llenaba los silencios con una mirada, que soñaba con ser aire, que en lugar de dejarse llevar por el miedo se dejaba arrastrar por la curiosidad, que con perseverancia lograría cuanto se propusiera.
Recuerdan que un día su risa se acalló, que la sonrisa que alegraba a todos se transformó en una mueca capaz de helar la sangre a quien la mirara, que su voz se quedó atascada por algo que nunca logró decir, que la mirada que soñaba con la inmensidad del cielo ahora vagaba sin rumbo en un vacío tortuoso, su inocencia convertida en una cruel consciencia de la realidad.
Aventuran que algo le robó los sueños, que se le secó su vitalidad agotadora y se convirtió en cansancio interior, que se refugió en los silencios para no afrontar sus miedos, que ya sus pasos no lograban alcanzar ningún lugar, su alma rota en mil pedazos que jamás pudo unir.
Sospechan que se olvidó del presente, que se quedó tan sólo con el pasado y en futuro, el antes y el depués; con dolor a mirar atrás y miedo a mirar adelante.
Imaginan que su mente es como un laberinto de habitaciones y que mantiene algunas puertas para siempre cerradas, habitadas por horrores capaces de destruir la poca cordura que le queda.

Dicen, cuentan, recuerdan, aventuran, sospechan, imaginan...alguien sabe?

lunes, 10 de mayo de 2010

La loca!

Y hoy nadie podrá diferenciar las lágrimas de alegría de las sonrisas tristes.
Hoy me voy a permitir ser egoísta una vez más y hallaré alegría en tu dolor.
Te estrecharé entre mis brazos mientras tú deseas otro abrazo, te escucharé y te contaré, sabiendo que desearías que no fuera yo la que estuviera ahí.
Secaré las lágrimas que otro te ha causado y en tu debilidad encontraré mi fortaleza.
Robaré cada una de tus sonrisas a sabiendas que ninguna va dirigida a mí.
Hoy, le robaré a la distancia lo que un día me quitó e intentaremos engañar a su aliado, alargando los segundos hasta que se conviertan en minutos.
Serás el faro en mi tormenta y yo me convertiré en el puntal de tu vida.
Y cuando ya no estés, cuando tu día a día vuelva a su cauce, yo me alimentaré del pasado, imponiendo la alegría que requieren tus recuerdos, añorándote en la distancia, consolándome en tu cercanía.
Porque por muchos que sean los kilómetros que nos separan, si miramos hacia arriba vemos que el mismo sol nos alumbra y las mismas estrellas nos guían.


[compañeras de mil historias, cómplices de un sinfín de risas, conciencia la una de la otra]

martes, 27 de abril de 2010

extremos 2/3

La soledad, la indiferencia...hasta hace poco yo creía que estos eran los sentimientos que más dolor causaban...hasta hace poco.
Llevo un tiempo con las emociones a flor de piel, con unas ganas locas de destrozar cosas, de hacer daño, de pegar, de darle alas a este sinsentido que pelea en mi interior, de gritar de rabia, dolor, frustración. De llorar de decepción.
Y me aparto del mundo para ocultar esta cara mía, para no manchar con mi oscuridad la luz de los que quiero y así, sin querer, les incluyo en mi círculo de preguntas sin respuesta, de sonrisas falsas, de gritos silenciosos. Les impido acercarse para aliviar mi carga por temor a hacerles daño consciente del dolor que les causo.
El pez que se muerde la cola...
¿De dónde se supone que debo sacara fuerzas esta vez? Lo único que me apetece es quedarme quieta en un rincón e ir acumulando polvo mientras las horas pasan y el mundo sigue girando, ignorante a mi dolor. El tiempo...ojalá que pase pronto esta vez.
Odio esta sensación; hace que mi seguridad se tambalee, que mi otra yo tome las riendas y me reduzca a un desecho del pasado, hace que no tenga el control de mi mente, de mí.
Hace que quiera dejar de sentir otra vez. Hace que quiera hacerles daño.
Este sentimiento...me asusta.
¿No os dais cuenta? Sois una de mis pocas debilidades y por eso, podéis hacerme daño; sabéis que no os diré nada, que me tragaré toda esta rabia y que ocultaré el dolor tras una dulce sonrisa. ¿Es que no podríais, por un instante, pensar en mí?
Esta es la última vez.
Vosotros, a los que he intentado con todas mis fuerzas mantener a mi lado, a pesar de ser consciente de que sabéis mi más oscuro secreto, a pesar del rencor que os guardo.
Ha llegado el momento en el que, para protegerme, os mantendré a distancia; por más lágrimas que esto me haga derramar, por más dolor que me cause. Os convertiréis en "alguien más". Aunque esto me rompa del todo, no dejaré que hagáis ni una grieta más a mi armadura. He llegado al punto en que ya no puedo evitar que la venda que me impide ver se caiga; os quitaré la alfombra de debajo de los pies y os bajaré del pedestal en el que os he mantenido por muy hundida que me dejarais a veces tan rápido que ni siquiera comprenderéis porqué os habéis caído.
Ya no me conmueven las lágrimas de mis amigos, ya no tengo ilusión por el mañana, ya no sueño con el amor, ya no queda nada que pueda hacerme daño. Habéis logrado que la indiferencia reine en mí.
Por cada herida yo me alejaré un paso, por cada desprecio guardaré un minuto de silencio; y así, desde esta enmudecida distancia, seguiréis siendo siempre, las personas a las que yo más quiero.